El Proyecto Zero mejora
la comprensión lectora
Quito, 15 de mayo de 2023
El sistema de evaluación “Aprendo”, en la década de los noventa, es la línea base del mejoramiento de la calidad de la educación en el Ecuador. Allí –luego de destaparse las cifras que estuvieron ocultas por un tiempo- se conoció las graves deficiencias del sistema educativo del país, en dos áreas del conocimiento básicas: Lenguaje y Matemática. Luego aparecieron otros modelos de evaluación patrocinados por la Unesco, el Ineval y el más reciente PISA-D.
Lenguaje y Matemática
Los resultados fueron escalofriantes, en todos los casos: perdimos el año en Lenguaje y Matemáticas. ¿Las causas? Los especialistas nacionales y extranjeros identificaron: las deficiencias en la enseñanza y aprendizaje de la lecto-escritura, desde los primeros años de escolaridad, asociada a la memorización, a veces mecánica de este proceso; la falta de compresión lectora, como resultado de lo anterior (el 50% de la población estudiantil consultada, aproximadamente, no entendía lo que leía); y, conflictos serios en lo que a meta cognición se refiere: bajos niveles de rendimiento académico; y, sobre todo, falta de competencias para resolver problemas.
La estrategia de mejoramiento de la calidad de la educación inicial y básica enfrentó serios desafíos. La reforma curricular consensuada fue el inicio de este cambio, que comenzó en el gobierno de Sixto Durán Ballen, y continuó en los otros gobiernos, hasta completar los dos primeras décadas del siglo XXI, con una reforma integral del sistema, nueva ley de educación, que incorporó la educación inicial y la educación básica obligatoria, la reforma del bachillerato, y el establecimiento de un sistema de evaluación dirigido por el Instituto Nacional de Evaluación (Ineval). A lo anterior se unió una alta inversión en edificios y equipamiento –donde las Escuelas del Milenio fueron los íconos-, que no han sido evaluadas en su totalidad.
Hubo aumento de partidas, ampliación de la cobertura escolar –que llegó al 96%- pero se descuidó la parte cualitativa –la calidad-, que si bien mejoró algo con nuevos estándares y mediciones no logró cambios significativos, como demostraron las Pruebas PISA-D, que se aplicaron en el Ecuador, y no continuaron por motivos presupuestarios. Se repitió entonces el drama y los desafíos asociados a la calidad.
Enseñar a pensar: Un 'think tank'
Uno de los desafíos de la política educativa ecuatoriana es enseñar a pensar, como estrategia para mejorar con calidad y equidad. Este propósito es de mediano y largo plazo, y no hay otra alternativa que medir a través de estrategias concomitantes como la formación inicial y continua de los docentes, la investigación científica –en especial de las Neurociencias aplicadas a la educación y la didáctica-, y a modelos de evaluación, porque “la educación que no se evalúa se devalúa”.
Se han realizado esfuerzos, pero hay que profundizarlos, sobre todo con el concurso de las universidades y sus facultades de Ciencias de la Educación. A propósito, no se sabe nada -o muy poco- de la UNAE, Universidad Nacional de Educación, creada en 2013, en Azogues.
Como se observa, uno de los primeros pasos tiene relación con la selección y la formación de los docentes, bajo nuevos paradigmas y sistemas; es decir, insistir más en la pedagogía antes que en la infraestructura. Porque el país necesita un proyecto nacional de educación, que contemple una nueva política de Estado anclada a la economía, el ambiente, la cultura –la diversidad y la interculturalidad-, las tecnologías, los derechos humanos y la defensa de la vida.
El nuevo pensamiento educativo debe ser el resultado de un verdadero “Think tank” o “Tanque de pensamiento”, laboratorio de ideas, investigación, gabinete estratégico o centro de pensamiento o reflexión con un grupo de expertos de naturaleza investigadora, cuya función es la reflexión intelectual sobre el cambio educativo que necesita el Ecuador.
Goodman y su iniciativa
A finales de los años 50, Nelson Goodman era un eminente filósofo con una fuerte vocación por las artes que, en palabras de su pupilo Howard Gardner (quien más adelante desarrollaría su teoría de las inteligencias múltiples) “había dirigido su ingenio filosófico hacia la naturaleza del conocimiento y la práctica artística en múltiples ocasiones”. Goodman creía firmemente que las formas de conocimiento artísticas eran tan importantes, preciosas y desafiantes como el conocimiento en las ciencias y en otros campos. También creía que la mayoría de los estudiantes de la Escuela de Graduados en Educación de Harvard (y, de hecho, de la Universidad en general) tenían poca comprensión de la práctica artística”.
La idea de crear un proyecto para investigar la naturaleza específica del conocimiento artístico y la forma en la que este se transmite en museos y centros educativos, cobró finalmente vida en 1967. Se llamó “Zero” porque, según Goodman, ese era el estado en el que se encontraba el conocimiento general sobre educación artística.
Y así fue como un grupo de investigadores de múltiples campos empezaron a investigar, por ejemplo, qué señales visuales nos permiten percibir esquinas cúbicas o cómo se desarrollaba la sensibilidad artística en niños pequeños. También invitaban a artistas en diferentes disciplinas para poder entender el pensamiento profundo y complejo que requería la producción y el desempeño artístico de calidad.
“El Proyecto Zero ha crecido para convertirse en un importantísimo centro de investigación del aprendizaje, origen de numerosas investigaciones, prácticas e iniciativas que han trascendido el mundo de las artes y se centran en la naturaleza de la inteligencia, la comprensión, el pensamiento, la creatividad, la ética y otros aspectos esenciales del aprendizaje humano. Así, Proyecto Zero aloja iniciativas como el Learning Innovation Laboratory, un “laboratorio” de investigación en aprendizaje organizacional o el Agency by Design, una decisión investigadora para indagar en prácticas, pedagogías y experiencias de aprendizaje innovadoras centradas en el estudiante, y estudios como Educating for Global Competence, The Qualities of Quality y Understanding of Consequence”. https://profuturo.education/observatorio/competencias-xxi/ensenar-a-pensar-nuevo-curriculum-project-zero/
Pedagogía y pensamiento crítico
Si los niveles macro educativos y meso educativos son necesarios, en lo micro -en las aulas- está la verdadera revolución educativa. En este contexto hay que revisar el papel de los docentes –de los nuevos docentes, sería más exacto- para cambiar todas las metodologías y didácticas, sobre la base de desarrollos cognitivos fundamentados en la investigación.
El objetivo central sería promover experiencias de aprendizaje y pensamiento crítico en las aulas, que tengan utilidad en la vida actual y en el futuro, y que sirvan como conexiones para favorecer comprensiones de alto alcance en la vida real de los alumnos mediante un currículo diferente.
¿Un Proyecto Zero para la educación ecuatoriana? La idea básica sería promover el pensamiento crítico en los estudiantes, a través de estrategias cognitivas, que consisten en preguntas y afirmaciones abiertas. A continuación, algunos ejemplos del Proyecto Zero, de Harvard:
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¿Qué te hace decir eso? (Rutina para interpretar y justificar).
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Pensar-cuestionar-explorar (Rutina para profundizar y cuestionar).
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Pensar-juntarse-compartir (Rutina para razonar y explicar).
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Círculos de puntos de vista (Rutina para explorar distintas perspectivas).
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Solía pensar – ahora pienso (Rutina para reflexionar sobre ¿cómo? y ¿por qué? nuestro pensamiento ha cambiado).
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Ver-pensar-preguntar (Rutina para explorar estímulos visuales).
A partir de este tipo de estrategias y rutinas de pensamiento se orienta a los docentes a replantear su trabajo desde la pedagogía para la comprensión, como lo ha hecho con excelencia la investigadora Monserrat Creamer, exministra de Educación, en su libro “Pensamiento Crítico”.
Datos
Insistir más en la pedagogía antes que en la infraestructura –aunque no hay cómo descuidarla-, es una buena estrategia. Porque el país necesita un proyecto nacional de educación, que contemple una nueva política de Estado anclada a la economía, el ambiente, la cultura –la diversidad y la interculturalidad-, las tecnologías, los derechos humanos y la defensa de la vida.